Nuestra capilla
La capilla de la Soledad de la iglesia de Santa María la Mayor
ALCAÑIZ (Bajo Aragón)
Barroco. Siglo XVIII (se bendijo en 1732). Se decoró a finales de siglo. Reforma profunda en los años 40 del
siglo XX.
siglo XX.
Gaspar Serrano (maestro de obras)
Prima la piedra sillar
Descripción:
Esta obra se construyó para acoger las imágenes de la Virgen de la Soledad y el Santo Cristo que, según la
tradición, trajo un peregrino a Alcañiz en el siglo XVI Varios documentos relatan cómo llegaron dichas imágenes
a Alcañiz, el 4 de marzo de 1572, de mano de un peregrino y cómo fueron más tarde acogidas en la iglesia y
los acontecimientos milagrosos que ello produjo. Rememoran también el deseo que pronto surgió de edificarles
una capilla,y el traslado de las imágenes el 16 de noviembre de 1698 (por iniciarse ya las obras), acompañado todo ello de alegres festejos. El 20 de mayo de 1700 llegó Gaspar Serrano -maestro de la obra- para hechar las líneas y dar principio a ella. Sin embargo, muy pronto las obras se suspendieron, reanudándose en 1718, tras la llegada de don José Thomás y Fuertes para ser deán de esta iglesia colegial. Tras un gran esfuerzo, el 15 de noviembre de 1732 se bendijo la nueva capilla. Para dicha fecha se había concluido su construcción y su decoración con pinturas y vidrieras.
una capilla,y el traslado de las imágenes el 16 de noviembre de 1698 (por iniciarse ya las obras), acompañado todo ello de alegres festejos. El 20 de mayo de 1700 llegó Gaspar Serrano -maestro de la obra- para hechar las líneas y dar principio a ella. Sin embargo, muy pronto las obras se suspendieron, reanudándose en 1718, tras la llegada de don José Thomás y Fuertes para ser deán de esta iglesia colegial. Tras un gran esfuerzo, el 15 de noviembre de 1732 se bendijo la nueva capilla. Para dicha fecha se había concluido su construcción y su decoración con pinturas y vidrieras.
Esta capilla se conservó lógicamente al derruirse el antiguo templo gótico, ya que se había concluido pocos años antes. Así, cuando el 25 de agosto de 1735, don Tomás Agüero, arzobispo de Zaragoza, autorizó la demolición el antiguo templo gótico, insistió en que se debía conservar tanto la torre antigua como la capilla del Santo Cristo. Además, en el acta notarial conservada en el Archivo Histórico de Protocolos de Alcañiz, fechada el 8 de abril de 1736, se insiste en que la nueva planta debe adaptarse a esta capilla: y por quanto se ha reconocido ser necesaria la extensión de la dicha fábrica mediante la ampliazión de una de las naves transversales -para salvar el cruzero de la imperfección que promete el grueso de el cruzero de la capilla de el
Santo Christo-, es condición que los maestros le hayan de dar a la quarta nave transversal el aumento de quatro palmos de luz en el intercolumnio; y con esta ventaxa disimular el excesivo grueso de los machones de dicha capilla. Más tarde, concretamente el 31 de julio de 1778, se decidió rebajar el pavimento de esta capilla para adaptarla al resto de la iglesia
Esta edificación se proyectó como una obra independiente y unitaria, por lo que bien podríamos hablar de una
pequeña iglesia adosada a un gran templo barroco. Se encuentra en el lado de la Epístola, concretamente en
su tercer tramo. Exteriormente se define como un gran paralelepípedo cubierto por un tejado de triple
vertiente y con una gran torre-cimborrio. Tanto sus muros exteriores como el cimborrio están bastante
decorados: pilastras adosadas, molduras diversas, frontones, etc. Es interesante la decoración de su
cabecera, en cuyo saliente central se dispuso un gran motivo decorativo: composición en aspa de cuadrados
y rectángulos escalonados, decorada en sus extremos con círculos concéntricos. Las ventanas superiores de
esta zona están flanqueadas por pares de columnas salomónicas, el marco es convexo y acanalado, y su
entablamento o zona superior se remata con frontón curvo, follajes y otros motivos decorativos. Se cubre por
medio de dos bóvedas de cañón con lunetos que enmarcan una gran cúpula con tambor y linterna.
Interiormente, todos sus muros están recorridos por pilastras, un gran entablamento y un zócalo imitando
jaspe rojo.
Como ya se ha indicado el diseño de esta capilla fue realizado por Gaspar Serrano: maestro de obras de gran
prestigio y colaborador de los mejores arquitectos que trabajaron en Zaragoza en esa época. En el trabajo
realizado por J.A. Almería y otros (1983) se le relaciona con arquitectos tan prestigiosos como Pedro Cuieo,
Miguel Sanclemente y Pedro Martínez. Su obra más importante fue, sin duda, la ejecución de los proyectos
diseñados por Juan Bautista Contini para la torre de La Seo, trabajo que realizó junto con Pedro Cuieo y
Jaime Busiñac y Borbón entre 1686 y 1704. Su notable prestigio justifica, obviamente, su elección como
arquitecto de la capilla del Santo Cristo y de la Soledad de la iglesia colegial de Alcañiz (en la que se deseaba
que participasen artistas de reconocido prestigio en todo Aragón). Es, por tanto, lógico que esta obra se
respetase cuando en 1735 se decidió demoler el antiguo templo alcañizano, tanto por su reciente conclusión
como por su calidad.
Tras los graves desperfectos que sufrió en 1936, esta capilla fue restaurada: trabajos que concluyeron en
1944. Se repuso su profusa decoración y se complementó con el Vía Crucis que todavía recorre sus muros.
La pintura mural de la Capilla de la Soledad. Iglesia de Santa María la Mayor.
ALCAÑIZ (Bajo Aragón)
Barroco. Primera mitad del siglo XVIII (1731).
Francisco y Felipe Plano (pintores vecinos de Zaragoza)
Pintura mural
Descripción:
Estas interesantes pinturas quedaron ocultas bajo
la decoración en estuco realizada el último tercio del siglo XVIII. Hoy sólo puede verse algún pequeño fragmento en las zonas no cubiertas por el estuco y en las pechinas, como fondo de las imágenes de los cuatro evangelistas.
Estas pinturas fueron realizadas por Francisco Plano y su hijo Felipe. Se concluyeron poco antes de que se bendijese la capilla, el 15 de noviembre de 1732. Magdalena Lacambra (1944) indica que en 1731 ya se habían concertado y pagado. Por esta obra se pagaron quinientas libras jaquesas.
En cuanto a sus autores, en un documento conservado en el Archivo Histórico de Protocolos de Alcañiz (incluido en la ficha de este catálogo referida al conjunto de esta capilla) a Francisco Plano se le define como pintor muy diestro de prespectiva de lo mejor de Zaragoza y aún de muchos reynos. Para esta obra contó con la ayuda de su hijo Felipe, pues aunque dicho pintor tiene settenta y dos años de hedad, y su destreza y havilidad es grande, entre padre e hijo han adelantado tanto la pintura que no han parado hasta darle fin sino es el tiempo necesario para enjugarse. Para Antonio Palomino de Castro (1795-1797) Francisco Plano iguala a los grandes quadraturistas boloñeses Colonna y Mitelli. Arturo Ansón Navarro (1980) encuadra a Francisco Plano en la corriente pictórica del primer siglo del siglo XVIII, en la que “la pintura va perdiendo oscuridad y ganando riqueza cromática, preludiando la corriente académica posterior”.
Son numerosas las notas biográficas que de Francisco Plano nos proporciona el trabajo de J.A. Almería y sus colaboradores (1983): nace, aproximadamente en 1659, en Daroca; pronto se traslada a Zaragoza; se casa, en 1678, con Antonia Canfranc; y muere en Zaragoza el 15 de septiembre de 1739. En cuanto a su obra, en ese mismo estudio se le atribuye el retablo y la pintura del oratorio del convento de Santa Rosa de Zaragoza que fue encargado en 1694.
Antonio Ponz (1788) ya le atribuyó la pintura en la sacristía y antesacristía de la iglesia del Portillo de Zaragoza. Ceán Bermúdez (1800) le señaló como el autor de la pintura de La Batalla de Clavijo que estaba sobre el altar mayor de la desaparecida iglesia de Santiago de Zaragoza, fechada por Lasala Valdés (1933) en 1723. El Conde de la Viñaza (1889) le atribuyó los bastidores pintados con que se forró la espalda del retablo mayor de la iglesia de San Gil, y los lienzos laterales y la cúpula de la capilla de San Lorenzo del Pilar. Abbad Ríos (1957) le considera el autor de los lienzos laterales de la capilla de San José de la colegiata de Santa María de Daroca. Y Ansón Navarro (1980) indica que en 1704 Francisco Plano trabaja en Teruel, realizando numerosos frescos en el convento de las clarisas y los bastidores del monumento de Semana Santa de la catedral.
Sin embargo, lo cierto es que por el momento su obra permanece desconocida ya que la mayoría de sus atribuciones no han podido ser confirmadas documentalmente y las que han podido documentarse, desgraciadamente, no han llegado hasta nosotros.
La decoración en estuco de la capilla de la Soledad. Iglesia de Santa María la Mayor
ALCAÑIZ (Bajo Aragón)
Barroco. Finales del siglo XVIII (último tercio). Reformada tras la guerra civil.
Estuco
Descripción:
La decoración de esta decoración -profundamente restaurada tras la guerra civil- debió realizarse a finales del
siglo XVIII y sustituyó a las pinturas que hicieron Francisco y Felipe Plano en los años 30 del mismo siglo.
Existe constancia documental de una importante donación que para costear estos trabajos fue efectuada en 1782 por la marquesa de Santa Coloma, doña Josefa Puig de Orfila. En el documento se concreta que los 500 pesos a los que se elevaba este donativo debían invertirse en la capilla de la Soledad: en su ornamentación, en el gran baldaquino que la preside y en la contrucción de cisternas funerarias.
En cuanto a los temas iconográficos, se corresponden con los de una capilla dedicada a la Pasión de Cristo, a la soledad, al silencio. Este conjunto comprende: cuatro hornacinas con esculturas, dos relieves en los muros laterales, las cuatro pechinas, dos círculos en el tramo de ingreso, otros dos en los lunetos del cuerpo principal, otro en la cabecera, esculturas del baldaquino y la clave de su cúpula.
Los temas representados en sus muros son, de izquierda a derecha: Huida a Egipto, Piedad, Jesús puesto en el sepulcro, Jesús con la cruz a cuestas, Jesús atado a la columna, Descendimiento y Oración en el Huerto.
En los dos tondos se incluyen la escena de Moisés con la serpiente de bronce, el de la izquierda; y el Sacrificio de Isaac, en el de la derecha.
En las pechinas se disponen las figuras de los cuatro evangelistas con sus correspondientes símbolos: el toro, de San Lucas; el león, de San Marco; el águila de San Juan; y el hombre, de San Mateo.
La profunda reforma del conjunto decorativo en estuco de esta capilla -terriblemente mutilado durante la Guerra Civil- se llevó a cabo los primero meses de 1944, inaugurándose en la Semana Santa de dicho año.
Existe constancia documental de una importante donación que para costear estos trabajos fue efectuada en 1782 por la marquesa de Santa Coloma, doña Josefa Puig de Orfila. En el documento se concreta que los 500 pesos a los que se elevaba este donativo debían invertirse en la capilla de la Soledad: en su ornamentación, en el gran baldaquino que la preside y en la contrucción de cisternas funerarias.
En cuanto a los temas iconográficos, se corresponden con los de una capilla dedicada a la Pasión de Cristo, a la soledad, al silencio. Este conjunto comprende: cuatro hornacinas con esculturas, dos relieves en los muros laterales, las cuatro pechinas, dos círculos en el tramo de ingreso, otros dos en los lunetos del cuerpo principal, otro en la cabecera, esculturas del baldaquino y la clave de su cúpula.
Los temas representados en sus muros son, de izquierda a derecha: Huida a Egipto, Piedad, Jesús puesto en el sepulcro, Jesús con la cruz a cuestas, Jesús atado a la columna, Descendimiento y Oración en el Huerto.
En los dos tondos se incluyen la escena de Moisés con la serpiente de bronce, el de la izquierda; y el Sacrificio de Isaac, en el de la derecha.
En las pechinas se disponen las figuras de los cuatro evangelistas con sus correspondientes símbolos: el toro, de San Lucas; el león, de San Marco; el águila de San Juan; y el hombre, de San Mateo.
La profunda reforma del conjunto decorativo en estuco de esta capilla -terriblemente mutilado durante la Guerra Civil- se llevó a cabo los primero meses de 1944, inaugurándose en la Semana Santa de dicho año.